Tanto el Plan General para el Alumbrado Marítimo de las Costas y Puertos de España e Islas Adyacentes de 1847, como el posterior Plan General de Balizamiento de 1858, no contemplaban establecer ningún faro en Carreño. En aquellas fechas, en Asturias solo estaban previstos los Faros de cabo Peñas, Tina Mayor (punta de San Emeterio en Ribadedeva), Ribadesella y Cabo Busto (en Valdés); también los Fanales y Luces de Puerto de Llanes, Villaviciosa, Gijón, Avilés y Cudillero. Hubo que esperar al Plan de Reforma del Alumbrado de las costas de la península e islas adyacentes de 1902 para que, finalmente, en Candás se pudiera disponer de forma oficial de un Faro.
En realidad, desde el año 1900 había entrado en servicio, aunque de forma provisional, un faro para el uso de los marineros de nuestra villa. Hasta esa fecha existía un vacío en la iluminación de la costa asturiana en el tramo comprendido entre el cabo Peñas y el puerto de Gijón, un tramo considerable en el que se encontraba los puertos de Luanco y Candás y, también las ensenadas de Bañugues y Llumeres que, de igual modo, contaban con movimiento de embarcaciones.
A principios del año 1897 la Sociedad de Mareantes de Candás se dirigió al Ministerio de Fomento solicitando se dotara, cuanto antes, al puerto de Candás “de una luz del alcance necesario a fin de que pueda servir de guía al considerable número de embarcaciones menores que se dedican a la industria pesquera para que salvando los peligrosos bajos y arrecifes que existen en sus proximidades puedan arribar a puerto durante los fuertes temporales que con demasiada frecuencia azotan estas costas del cantábrico”; escrito que quedó recogido en el Libros de Actas de la Comisión de Faros.
El Gremio de Pescadores no fue el único agente que impulsó la instalación de un faro en Candás. En el libro «Asturias, Tomo III», publicado por Bellmunt y Canella en 1900, se señala como para “la instalación de un faro, que ya se ha conseguido” se contó también con otros “favorecedores como don Vicente G. Regueral, diputado a Cortes, don Enrique Alau y don Eliseo Sánchez, de la Sección de Faros de la Junta Superior de Obras Públicas, don Mariano Díaz Laspra, don Eugenio Rivera y otros”.
En cualquier caso, se formó un expediente desde el Ministerio de Fomento en apoyo de la petición y se solicitaron los oportunos informes a los Ingenieros de obras públicas de Oviedo y de la Comandancia Militar de Marina acerca de la necesidad y urgencia en el establecimiento de la luz de Candás.
La Comisión de Faros, en la sesión de 5 de mayo de 1897, acordó consultar a la Superioridad señalando que “procede acceder a lo solicitado, pero dando a la luz de puerto una coloración roja con un alcance de seis millas, en vez del color verde y de las dos millas que le asignan los Ingenieros de la provincia”. La introducción de estas variaciones, por parte de la Comisión de Faros, en relación con la coloración verde propuesta por la Jefatura de Obras Públicas “a los inconvenientes bien conocidos de esta luz para ser vista desde alguna distancia, sobre todo y en que en las noches de cerrazón y densas nieblas, cuando más falta hace y de otra en que el temor de aquellos funcionarios, de que dándole la coloración roja puede ser confundida con otras inmediatas, no es fácil se confirme en el presente caso por estar bien caracterizadas sus apariencias con relación a la que nos ocupa”. Respecto a la variación del alcance propuesto por los ingenieros de Oviedo de dos millas a las seis que indicaba la Comisión de Faros se señalaba que “obedece a que las densas nieblas y pesadas brumas que frecuentan estos parajes del Cantábrico acortan considerablemente el alcance teórico asignado a las luces que la circundan, con grave perjuicio para ser utilizada en los casos más peligrosos”. En realidad, la discrepancia entre la Comisión de Faros y los ingenieros de la Jefatura de Oviedo era menor; estaba basada más en la coloración y alcance que debía tener el faro que en la necesidad misma de su implementación en las proximidades del puerto de Candás.
El establecimiento de dicha luz exigía la formación de un proyecto técnico y otros trámites que, necesariamente, retrasaría su puesta en servicio. La urgencia y las necesidades sentidas por la Sociedad de Mareantes apremiaban y se acordó que “ínterin se cumplan los indicados trámites, se disponga desde luego la instalación de la expresada luz, por unos días provisionales y sencillos”.
En el periódico El Noroeste – Diario Republicano de cinco de noviembre de 1899 se publicó la noticia de la instalación definitiva del faro del puerto de Candás, con una luz de color verde y un alcance de seis millas.

